domingo, 1 de junio de 2014

Akeber

Akeber


Hoy finaliza la que probablemente haya sido la edición más intensa, dura y entretenida de la historia de "El conquistador del fin del mundo". Un experimento que siempre me ha provocado cierto reparo puesto que, supongo que de manera errónea, tendía a juzgar a un grupo de vascos a los que parecía importarles más el escalar una montaña jumareando que vivir una experiencia llena de estrategia, mala hostia y adrenalina pura. Y en el fondo no iba tan desencaminado, ya que en anteriores ediciones, a la que alguien se atrevía a cortar la fina línea de lo cordial y empezaba a jugar sus cartas utilizando a sus compañeros como meros títeres a los que ir moviendo de un lado al otro para beneficio propio, un poco más y era etiquetado como el diablo en persona. Y siempre me ha tocado los huevos que la gente (y en concreto los participantes del Conquis) se tomen tan en serio un juego que precisamente fue creado para divertirse y, como decían aquellos guerreros antaño, para dejarse la piel en el camino, a pesar de llegar al final lleno de magulladuras y con el orgullo por los suelos. Porque al final del día, ni nadie habrá muerto, ni nadie habrá perdido un brazo y ni siquiera nadie acabará internado en un centro psiquiátrico. Todos cogerán sus mochilas, serán trasladados a un hotel para tomar una ducha y meter algo de grasa en esos cuerpos que parecen sacados de un reboot de "Pesadilla antes de Navidad" y serán entregados de vuelta a casa sanos y salvos, para así poder programar de nuevo su despertador a las 07:00h de la mañana del día siguiente, como aviso de que les toca ir a levantar el país de nuevo. 

Pero como algún capullo dijo para colgarse alguna medallita en su momento: "de los errores se aprende". Y como no, volvía a equivocarse. Y es que parece mentira que tras diez ediciones de un mismo formato, aún quepa la posibilidad de que alguien que viene a jugar a esto sin más pretensiones que las de vivir la experiencia de su vida, sintiendo por cada poro de su piel la que probablemente sea la aventura más difícil que le haya tocado presenciar (y aún así, entregándole de vuelta todo aquello que pueda ofrecerle), AÚN ASÍ, sea insultada, humillada, repudiada e ignorada por la gran mayoría de gente con la que tuvo que compartir esta odisea. Y eso me enfurece hasta la tráquea. Y es por eso por lo que, a pesar de que por mis palabras podría parecer que no he disfrutado con este experimento tan "vasco", la realidad es todo lo contrario. Porque cuando creía que ya no podría aparecer nadie que me conquistara desde los primeros segundos en pisar esa selva amazónica (y más con nueve ediciones a sus espaldas, cargadas de personajes memorables y carismáticos a cascoporro), asomó por allí la cabeza una chica de pelo castaño largo, con una sonrisa que quitaba el hipo y con una vitalidad que parecía desplomar a la de aquellos que la rodeaban. 


Esto es para ti. Y no solo de mi parte, sino de parte de todos aquellos a los que nos hubiera encantado irrumpir de manera divina en medio de un programa que parecía estar más interesado en contentar al pitufo de Juanito poniéndole una silla cómoda en el debate (no sea que el gnomo de los huevos se les enfade y no se presente como capitán en la siguiente edición...) que de proteger a alguien a quién se acribilló cuando parecía tener todas las defensas por el suelo. Pensarlo me irrita, y me es difícil entender como alguien que les ha dado tanto y tanto a un programa que no hubiera levantado cabeza de no tenerte entre sus filas, pueda olvidarse tan rápido de la que ha sido, indiscutiblemente, la estrella que más brillaba en esta edición. Y es por eso que muchos hemos tenido que intervenir en una guerra formada por dos bandos descompensados, teniendo que posicionarnos en el lado que creemos justo, y peleando junto a ti con uñas y dientes por defender algo en lo que creemos que no se está siendo lo suficientemente agradecido (y hablo, claro está, de ese programa de la EiTB que tendría que ponerte una estatua en medio del Times Square como gratitud). 

Puede que no te lleves sus agradecimientos, pero los nuestros siempre los tendrás. Y no me pondré a listar la cantidad de razones por las que agradecerte tu amabilidad porque probablemente me quedaría corto, pero si te diré que jamás podré recompensar lo suficiente tu generosidad. Por responderme cuando no tendrías ni porque haberlo hecho, y por darme tanto a cambio sin que yo fuera consciente de lo pesado que podía llegar a ser cada domingo por la noche. Por eso, cada vez que se encendía el icono del sobre cerrado, volvía a entender porque tan pocos te han entendido durante todos estos meses, mientras que afortunados como yo si hemos sido capaces de percibir tu grandeza, esa que llega en pequeñas dosis y que casi ni se hace notar, a pesar de ser el regalo más cálido que uno podría llegar a recibir. 


Debo admitir que desde que, trágicamente, tuviste que abandonar el programa por una maldita lesión, me es difícil sintonizar la ETB los domingos por la noche, y no solo porque tenga que seguir el programa desde Barcelona con un stream que se puede ir parando cada tres segundos, sino porque el show se siente vacío y sin alma. La chispa se perdió con aquel trineo que te acercó hasta el hotel más próximo en Patagonia. Pero aún así, tengo una esperanza que se antoja pequeña, pero la tengo. Y esa esperanza se llama San. Porque sé que si ella gana, es como si tú lo hubieras hecho. Y porque sé que te enorgullece que alguien por la que nadie daba un duro al empezar, siga plantada en esa final contra todo pronóstico. Porque San es tu otro yo, esa rebeldía que no se conforma con lo fácil, ese gamberrismo que va contra lo establecido y esa chispa que aunque parezca apagada, sigue más encendida que nunca.

Así que esta noche, rezaré todo lo que sepa porque vuelva a imponerse la bondad frente al falserío impostado, y porque una vez más, se rompan todos los esquemas previstos, y todo capullo que quiso infravalorarte con argumentos absurdos, tenga que toparse de bruces con la realidad y no le quede otra que mantenerse callado mientras observa como el premio se lo ha llevado la persona correcta. Por ti, por todos estos meses "calentitos", esta es la noche perfecta que puede servir como colofón final al que sin duda ha sido la edición más perfecta del Conquis, gracias a la mejor concursante de la historia: tú. Puede que no conquistaras el fin del mundo, pero a mi ya hace tiempo que me tienes metido en el bolsillo. ¿Será que, como dice el gran sabio Juanito Oiarzábal, también me habrás manipulado como a todos? Porque de ser así, ojalá me manipularan igual de bonito siempre.

¡GO SAN! ¡GO, GO, GO!

"A girl can do what she wants to do, and that's what I'm gonna do"