miércoles, 31 de julio de 2013

Solo Dios perdona

Solo Dios perdona


Creo que debería implantarse por norma general (a pesar de que gran parte del público ni siquiera lo considere como algo realizable para decantarse por una película u otra) el no leer ningún tipo de crítica relacionada con aquel film que te llame la atención, sea por el motivo que sea. Porque entonces es cuando podrás entrar en la sala de cine sin pretensiones, disfrutar de los 95-120-180 minutos que dure el espectáculo y salir alabándolo, o bien, todo lo contrario. Y entonces es cuando tu opinión tendrá fundamento. Y es que tras leer como la crítica MASACRABA una película que con su tráiler me había dejado con la boca por lo suelos (y que partía con una premisa aún más interesante que la de "Drive", película de Winding Refn anterior a esta), todas mis ilusiones se desvanecían. No podía entender como algo con un envoltorio tan suculento y precioso, podía estar tan "vacío" (y hablo en palabra de la crítica) por dentro. Y por ese mismo motivo, me negaba a ponerme con ella hasta ayer noche, cuando por fin decidí romper el miedo de la decepción, y darle al play. Hora y media por delante, unas luces rojas me envolvían desde el primer minuto de metraje. Y ya no hubo salida. 

Para empezar: OGF (Only God Forgives) no es Drive, ni lo parece, ni lo pretende, ni lo intenta. Aquella era una historia de cine noire en su máximo esplendor, y probablemente por ello fuera la película más comercial de Refn hasta la fecha. Esta es todo lo contrario. Quien conozca mínimamente a Nicolas, sabrá de su amor por los silencios en sus films y por su homenaje constante a la ultraviolencia (otro de los motivos por los que esta cinta ha sido tan defenestrada, cosa que no entiendo, Kill Bill o cualquiera de Kitano utilizan un tipo de violencia bastante más explícita, y no por ello son lapidados, sino más bien lo contrario). No esperes a un conductor enamorándose de la Carey Mulligan de turno, porque no lo encontrarás, y mucho menos en una película que bebe tanto del cine asiático (y que por tanto, adquiere sus rarezas y sus virtudes). En esta ocasión, Julian, el personaje principal interpretado de nuevo por ese Ryan Gosling hierático, no siente amor por nadie. Está vacío por dentro, y la única persona que parece encender su llama, es su propia madre, Crystal (interpretada MAGISTRALMENTE por una Kristin Scott Thomas, que bien se merecería la nominación a algún premio gordote, pese a que probablemente la ignoren tanto como a la propia película). 

Y es que mientras en Drive no conocíamos nada del pasado o los motivos que llevaban a "El conductor" a realizar lo que realizaba (ni falta que nos hacía), en esta ocasión, Julian se nos descubre a pecho abierto, mostrándonos todos los miedos e inseguridades de su personaje (y por consiguiente, los motivos por los que actúa como lo hace). En primera instancia, un amor/obsesión desmedido por su madre.  En segunda instancia, una carencia afectiva impresionante, que se refleja y satisface con una escena cercana al final (y que tiene que ver con unas tripas), y por último, y como consecuencia de todo ello, su gran incapacidad de amar a ninguna otra mujer (plasmado en la escena en donde una prostituta le ata las manos a un diván y se masturba sola o en otra en la que se le ve sentado en un sofá, mientras, dedicándose simplemente a observar a la misma prostituta tras una cortina de abalarios rojos (dato que no hace sino remarcar la evidente distancia que separa al protagonista de toda figura femenina) mientras fantasea con que es él quien juguetea con la entrepierna de la susodicha).

El pasado de Julian se nos es introducido hacia el final de la cinta, pero una vez más, desconocemos los motivos que motivaron sus acciones (y de nuevo, vuelven a sernos innecesarios). Pero esos motivos son los que hacen que Julian se traslade de los Estados Unidos a Bangkok, seguido de su hermano Billy, el preferido de mamá. La muerte de Billy (el cual ha sido ejecutado por el padre de una prostituta de 16 años, a la que viola y mata violentamente por un puro y simple ataque de rabia) (y ojo, eso no es un spoiler, cabrones, que lo pone en la sinopsis) provoca el regreso de la figura materna. Esta le pide a Julian que vengue a su hermano matando a aquellos que lo asesinaron, pero Julian es incapaz de hacerlo, es diferente a ellos. Scott Thomas se encarga de recordárnoslo toda la película "Tú eres diferente a los demás". Descubrimos una faceta de Julian totalmente opuesta a lo que aparenta: está lejos de ser un matón, se asemeja más bien a un ratoncillo en estado de shock que no es capaz de encontrar la paz. A partir de ese instante, y a lo largo de todo el metraje, se suceden una serie de muertes (que no se desentienden en detalles escatológicos, y bien que hacen) que llevarán a la batalla final. 

¿Y contra quien es esa batalla? Pues contra el antagonista de Julian (que no quiere decir que sea el villano, ojo): el Policía Chang, que utiliza la justicia de una manera poco ortodoxa. Chang representa una fuerza justiciera que se manifiesta en Julian como la personificación de su conciencia, acechándole continuamente (aparece de repente en su propia habitación, en el gimnasio donde trabaja, y cuando Julian decide perseguirle, desaparece misteriosamente al doblar una esquina). Algo así como el Santo Tribunal inquisitorio, pero con katana en mano (una katana que se saca de vez en cuando de la espalda, pero que es inexistente cuando le vemos de espaldas, otra de esas rarezas japonesas que no nos pondremos ahora a debatir, igual que el amor de Chang por ir al karaoke a cantar). 

A modo de cierre, otra de las cosas interesantes de este film tan poderoso e intenso, es la constante obsesión de Julian por mirarse a los brazos, mientras cierra los puños lentamente. Una acción que cobrará sentido en la escena final de la cinta, la cual no destriparé, solo porque entonces ni Cristo volverá a entrar a este blog (además de recibir insultos a diestro y siniestro, cosa que quiero evitar a toda costa). Y es que la falta de afecto recibida por parte de su madre (vuelvo a recalcar el impecable trabajo de Scott Thomas, metida en un chándal rosa de choni y gastándose una mala hostia que no es normal) hace de este chico atormentado, uno de los personajes más carismáticos, interesantes y enigmáticos que se recuerdan en bastante tiempo. 

Y eso me lleva de nuevo al inicio de este intento de crítica. Y es que vuelvo a contradecirme una vez más (es algo que no puedo evitar), puesto que al empezar, os recomendaba no leer críticas antes de empezar a ver alguna película, pero entonces... ¿quien cojones va a leerse esta mierda? Bueno, me vale con que volváis aquí una vez la hayáis visto. Y si no lo hacéis, leedla ahora, que no os va de tres minutos, cabrones.


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